En la actualidad, encontrar un buen empleo no es una tarea fácil. Es importante que el candidato a una entrevista de trabajo vaya preparado para los procesos de selección. En muchas ocasiones, el comportamiento del aspirante y sus respuestas pueden resultar mucho más determinantes que su propio currículum.
Ofrecer la mejor versión de uno mismo resulta fundamental para obtener el éxito frente al entrevistador. El aspirante debe estar bien mentalizado y, además, haber preparado algunas cuestiones que le ayudarán a la hora de destacar frente a sus competidores.
La investigación sobre la empresa
Resulta básico que antes de asistir a la entrevista de trabajo se realicen ciertas averiguaciones sobre la empresa. En los tiempos que corren, eso es algo relativamente fácil. En Internet está casi todo.
Se puede buscar la web de la compañía y obtener información sobre su política corporativa. Es bueno tener muy claro a qué se dedica la empresa y cuál es su valor añadido. Hay que indagar sobre el departamento que interesa al entrevistado y sobre el puesto de trabajo para el que se presenta.
También es importante obtener cierta información sobre la persona encargada de hacer las entrevistas. Saber cómo se llama o cuál es su cargo en la empresa demostrará que el aspirante se ha informado bien y que demuestra interés por trabajar para ellos.
El análisis de uno mismo
Se debe construir el DAFO personal (debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades). Esto permitirá elaborar respuestas adecuadas. Para hacerlo se tomarán en cuenta dos clases de variables: las internas (referentes a uno mismo) y las externas (relacionadas con el entorno).
Dentro de las primeras están las fortalezas. Es el momento del autoanálisis. Se debe dejar muy claro cuáles son los puntos en los que destaca el entrevistado. Cuáles son las facetas en las que es mejor que otros, qué actividades le resultan más gratas y cuál es el clima laboral en el que siente mayor confort para trabajar.
Otro factor interno lo constituyen las debilidades. No pasa nada. También hay que analizarlas para que el candidato esté preparado y elaborar respuestas que las mitiguen. Aquí debe preguntarse en qué se comete más fallos y cuál es el ambiente laboral en el que se encuentra más incómodo y le impide desarrollar sus habilidades en óptimas condiciones.
Llega el momento de realizar el análisis de las variables externas. Les toca el turno a las amenazas. ¿Existe alguna circunstancia externa que provoque el que no se puedan cumplir los objetivos laborales inherentes al puesto? ¿Cuál es el grado de competitividad dentro del negocio? ¿A qué se arriesga el candidato ateniéndose a sus funciones o cargo actual?
La última variable del DAFO personal hace referencia a las oportunidades. Se puede prever con qué ventajas se cuenta gracias a las capacidades del aspirante. Así podrá exponer qué recursos tiene para lograr sus metas y con qué puede contribuir a la mejora de la empresa a través del puesto al que aspira.
En qué puede ayudar el DAFO personal
Se debe tener en cuenta que el DAFO es un análisis personal que puede utilizarse como una herramienta para incidir en la consecución de metas laborales. Gracias a él, el interesado obtiene un mayor grado de autoconocimiento.
De este modo, la autoevaluación le devuelve información sobre sus fortalezas y debilidades. Con ella se podrá trazar una estrategia para afrontar la entrevista de trabajo. Además, al ver claramente cuáles son las brechas que se pueden abrir en su currículum, puede planear soluciones que le sirvan para superarlas.
Por último, a través del DAFO, el trabajador puede optimizar su propia marca personal y proyectarla en la entrevista de trabajo o en los procesos de selección.
Prepararse con tiempo
Es muy importante la planificación de la reunión. Es mejor que sea a mitad de semana y a mediodía. Resultaría fatal tener la entrevista en un momento poco afortunado. Por ejemplo, el entrevistador no atenderá igual si el entrevistador tiene prisa, está programando las actividades de la jornada o simplemente tiene ganas de irse a comer.
Al margen del horario en que sea concertado el encuentro, no se debe olvidar el currículum. Es bueno darle un buen repaso. Editar algunas partes que resulten más importantes para el cargo al que se aspira o incluso eliminar aquellos datos que no aportan nada o pudieran perjudicar a la imagen del candidato.
El aspirante también debe dedicar un tiempo a preparar la indumentaria con la que asistirá al acto. En este apartado también se requiere realizar ciertas pesquisas. Todo el mundo cree que un hombre no tiene problemas para elegir cómo vestir: traje, corbata y listo. Eso no es tan simple.
Hay que mirar la web y las redes sociales de la empresa. De este modo, se tiene la oportunidad de ojear fotos del personal y saber cómo visten. No es lo mismo presentarse a un puesto para bróker que a un empleo en Google. Unos irán con traje y corbata, los otros con vaqueros y camiseta.
Eso sí, sea cual sea la forma de vestir del personal, si la entrevista es con un ejecutivo de la empresa, el atuendo debe ser más clásico y formal. Si el puesto es para ser jefe, habrá que vestir como un jefe.
El color también importa. Si se ha de optar por el traje, mejor el azul marino o el gris. Camisa blanca y corbata discreta serán los complementos perfectos. Por supuesto, se debe renunciar a ir excesivamente cargado de abalorios o pendientes.
Pero, al margen de todos estos consejos, se debe tener en cuenta que, si la ropa hace sentir cómodo al entrevistado, también se sentirá más seguro.
Qué llevar a una entrevista de trabajo
La cuestión de qué llevar es otra de las razones por las que conviene preparar la entrevista con antelación. No existe nada más agobiante para un candidato que presentarse ante el entrevistador y darse cuenta de que no ha llevado nada.
Efectivamente, eso sería desalentador. Lo más apropiado es que se preparen algunas carpetas con varias copias del currículum. Es probable que ya lo hubiera mandado a la empresa con anterioridad, pero nunca se sabe. Puede que exista más de un entrevistador o que el interlocutor haya olvidado imprimirlo. Mejor tenerlo a mano.
Otro elemento esencial es el portafolio, sobre todo si la profesión es creativa. Es bueno llevar un maletín con los trabajos realizados. Durante el encuentro se puede ofrecer enviarlos después por correo electrónico.
Las referencias y las cartas de recomendación de empresas y puestos anteriores resultarán de mucha utilidad. Hay que procurar que contengan la forma de contactar con esas personas, por si la persona que entrevista desea comprobar los antecedentes laborales.
Un bolígrafo y un bloc de notas tampoco están de más. Tomar nota mientras se charla con el interlocutor da la sensación de que se está interesado en la conversación. Además, más tarde se pueden consultar esas notas y mandar un correo de agradecimiento.
También se pueden llevar preparadas algunas preguntas para demostrar el interés por la empresa y por el puesto de trabajo. De este modo, el candidato deja entrever que conoce a la empresa y su política empresarial y corporativa. Es importante transmitir que se aprecia la cultura de la compañía.
Cómo expresarse en los procesos de selección
Está claro que la forma en la que una persona se expresa durante la entrevista de trabajo puede determinar si consigue el puesto o si se queda fuera. Teniendo esto muy presente, es necesario que se lleve preparado un cuestionario de preguntas interesantes acerca de los últimos hitos de la compañía.
Una vez que el entrevistador conteste, se puede ir indagando para ver por dónde llevar la conversación, de manera que permita al entrevistado dar su punto de vista más creativo con respecto a esos temas.
Ni que decir tiene que, a estas alturas, el candidato debe encontrar el momento oportuno para hablar de sus logros. No vale cualquier tipo de comentario. Todo tiene que ser muy positivo; tiene que venderse.
En lugar de decir que su último proyecto tuvo mucho éxito, resultaría mucho mejor algo como «con mi último proyecto le ahorré un 25 % de presupuesto a la compañía y conseguí varios clientes nuevos».
Eso sí, hay que ser moderado. Hablar con un tono adecuado desde el inicio. Dar la mano, presentarse y preguntar al entrevistador cómo prefiere que se le llame. Hablar de usted hasta que le permitan tutear. Mantener la sonrisa y una postura abierta, que denote seguridad y valía.
Al margen de la forma de hablar, resulta aún más importante la comunicación no verbal. Lo que dice el cuerpo cuando la boca no está diciendo nada. El lenguaje corporal y los gestos también son analizados en los procesos de selección.
Por último, y una vez acabada la entrevista de trabajo, aunque se deje un margen prudencial, es una buena idea tomar la iniciativa y, de forma agradable y educada, mandar un correo electrónico o hacer una llamada al entrevistador para recordarle que se sigue estando interesado en el puesto.
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