Parece más un término psicológico, pero en realidad se trata de mecánica simple. La palabra resiliencia proviene de aquellos materiales que absorben y almacenan energía de deformación para después recuperar su forma original.
“Una definición que dio IBM para la resiliencia en los negocios dice que no se trata sólo de soportar el fracaso, sino de salir fortalecido de él y continuar las operaciones laborales”, explica el psicólogo Humberto Valle, especialista de la clínica NEUROingenia.
Así, es uno de esos conceptos que el emprendedor deberá tener en cuenta en circunstancias que son más cotidianas de lo que él mismo querría.
Por ejemplo, cuando los bancos rechacen las solicitudes de crédito, cuando los clientes brillen por su ausencia, cuando las cosas parezcan no querer concretarse o cuando el cliente que más pagaba decida ir a buscar nuevos horizontes.
El emprendedor vive, por naturaleza, entornos hostiles que suelen sacudirlo y le hacen extrañar la seguridad del mundo corporativo; de ahí que la resiliencia se convierta en cómplice de buena parte de los proyectos emprendedores exitosos que, sin la terquedad ante el fracaso, no hubieran sido posibles.
“Se debe ser competente ante las adversidades para hablar de resiliencia, no sólo saberlas tolerar”, explica el especialista.
Cuando Steve Jobs fue forzado a dejar Apple, la compañía que había fundado, para regresar años después y convertirla en la empresa más valiosa del mundo, demostró no sólo su poder como innovador, sino también ofreció una de las lecciones más sublimes de lo que aquí se habla.
En resumen: el iPhone no sería posible si la resiliencia no fuera parte de su historia.
Sin embargo, desarrollar este aspecto del carácter no es tan fácil, de acuerdo con el experto.
Habrá quienes lleguen a la edad adulta con una mayor resiliencia que otros, y habrá quienes tengan el tiempo y las experiencias para desarrollarlo en el camino.
“Una de las características individuales ligadas a ella es la autoestima. Y la autoestima es una habilidad que se puede mejorar y trabajar personalmente”, asegura Valle.
La resiliencia debe ser parte del ADN del emprendedurismo en México, pues los índices de fracaso indican que el panorama no es, de ninguna manera, sencillo.
“El emprendedor se topa con ambientes totalmente adversos, pero de los que debe estar consciente: va a salir a la calle a buscar clientes y habrá días que no consiga ninguno, se va a topar con muchas puertas cerradas y enfrentará crisis de las que tendrá que salir prácticamente solo”, advierte el experto.De acuerdo con cifras del Instituto Mexicano del Fracaso, 75% de las startups y emprendimientos en el país no superan los dos años de vida.
Debido a ello, para el experto no hay mejor forma de desarrollar la resiliencia que estar dos pasos adelante del fracaso.
Estos son los mejores métodos para promover este valor al interior de un emprendimiento:
Anticipar las crisis: los emprendimientos deben reconocer cuáles son los escenarios en los que se podrían ver debilitados: visualizar situaciones totalmente negativas, como negocios en los que se pierda una inversión, situaciones como la pérdida de información o robo de equipo, o tragedias que pudieran afectarles, como desastres naturales o crisis de comunicación.
Crear planes de acción: una vez que se han determinado qué tipo de circunstancias serían las que afectarían a la empresa, se deben anticipar algunos planes de acción, es decir, cómo responderían ante ese mal momento y cómo se protegería la compañía.
No perder de vista los objetivos: el emprendedor debe ser consciente de que habrá muchos baches en el camino, pero si mantiene el objetivo a la vista será más fácil que supere los problemas que se le atraviesen.
Fortalecer la autoestima: mientras se mantenga el amor propio, los malos momentos serán vistos como accidentes y experiencias, pero si éste se pierde será muy difícil regresar a pelear otro round.
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